Retomas Discursivas en Tiempos de Convergencia Producción, Circulación y Consumo

La construcción de redes militantes en grupos secretos de Facebook. Un análisis sociosemiótico de Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina en el marco del balotaje presidencial de 2015 en Argentina

La construcción de redes militantes en grupos secretos de Facebook. Un análisis sociosemiótico de Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina en el marco del balotaje presidencial de 2015 en Argentina

 

Magalí Bucasich

 

magalibucasich@gmail.com

 

En los últimos años las tecnologías asociadas a los procesos de comunicación y las prácticas sociales vinculadas a ellas han evolucionado a ritmos acelerados. El más reciente capítulo de la historia de estas transformaciones nos muestra un escenario mediático en el que los usuarios asumen el rol de productores de discursos compartidos en Internet, una red definida por la interactividad, la reticularidad, la hipertextualidad, la multimedialidad y la digitalización (Scolari, 2008). Estas apropiaciones discursivas y tecnológicas por parte de los internautas han hecho estallar al broadcasting, sistema característico de los medios de comunicación masiva, cuya hegemonía parecería haber llegado a su fin (Carlón y Scolari, 2009).

Numerosos estudios han señalado que la novedad sustantiva que el siglo XXI trajo consigo se traduce en una autonomía ciudadana sin precedentes (Cheresky, 2015; Castells, 2015). Así, emergen categorías que, en el afán de dar cuenta del empoderamiento cívico a partir de los usos y apropiaciones de Internet, nombran estas transformaciones como: “democracia electrónica” (Grossman, 1995), “política virtual” (Holmes, 1997), “democracia replicante” (Dader, 2001), “ciberdemocracia” (Lévy, 2004) o “democracia continua” (Cheresky, 2015).

Bajo este encuadre, se ha estudiado ampliamente la emergencia de experiencias colectivas de protesta con base en Internet poniendo énfasis en su contraposición con ciertos modos de organización verticales, estáticos y burocráticos que caracterizaron al siglo XX (Rueda, 2012; Alzamora y Braga, 2014; Cheresky, 2015; Castells, 2015; Lago Martínez, 2015). Casos como el 15M en España, el #YoSoy132 en México, el Occupy Wall Street en Estados Unidos, el #NiUnaMenos en Argentina, dada su amplitud y alcance, han sido objeto de numerosas investigaciones (Castells, 2015; Lago Martínez, 2015; Subirats, 2015; Viché, 2015; Annunziata, Arpini, Gold y Zeifer, 2016; Lugo Sánchez, 2017; Slimovich y Lay, 2017).

Nuestra propuesta reside en estudiar experiencias colectivas político-partidarias en redes sociales digitales, abordaje que puede suponer un aporte a la comprensión de los modos de intervención social en un espacio público ampliado (Wolton, 2007; Slimovich, 2018) a raíz de la apropiación discursiva y tecnológica por parte de los ciudadanos. Este trabajo se inscribe en un estudio más amplio[1] en el que analizamos –desde una perspectiva sociosemiótica – los grupos secretos[2] de Facebook Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina que, en sus inicios, se alinearon detrás del Frente para la Victoria (FpV) y la Alianza Cambiemos, respectivamente.

Entre las conclusiones más salientes de dicha investigación, que abarcó el período 2015-2017, hallamos la conformación de experiencias colectivas políticas configuradas en función de la distinción amigo/enemigo legítimo (Mouffe, 1998; 2003). En estas experiencias, circulan discursividades polémicas (Amossy, 2017) que, trascendiendo los límites de la opinión, dan forma a redes afectivas, informativas y militantes. 

En las líneas que siguen nos ocuparemos de reponer los resultados asociados con una problemática específica: la configuración de redes militantes en Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina en el marco de la campaña electoral de cara al balotaje presidencial del 22 de noviembre de 2015. Nuestro corpus se compone de treinta publicaciones por grupo en las que podemos identificar operaciones de persuasión (Verón, 1996). El criterio de selección se basó en aquellas que tuvieran la mayor cantidad de reacciones (me gusta, me encanta, me enfada, entre otros). El período de análisis inicia el 26 de octubre de 2015 –un día después de la celebración de los comicios generales– y concluye el 21 de noviembre de 2015, un día antes de la votación.

En las tres primeras partes del trabajo, recuperamos ciertos planteos teóricos en función de los siguientes ejes: 1) las experiencias colectivas en redes sociales digitales; 2) la distinción en lo político y la política; 3) el papel de la polémica pública en la sociedad. Seguido de ello, incluimos una cuarta sección donde relevamos características asociadas a la interfaz de los grupos secretos. Dedicamos un quinto apartado al esquema metodológico empleado para arribar a los resultados del análisis lo cuales se exponen en la sexta sección. Finalmente, realizamos algunos comentarios finales.  

 

Experiencias colectivas político-partidarias en redes sociales digitales

Al categorizar nuestro objeto de estudio como experiencias colectivas político-partidarias recuperamos los planteos de Cefaï (2011) quien, desde la fenomenología (Schütz, citado en Cefaï, 2011) y la hermenéutica (Koselleck, citado en Cefaï, 2011), sostiene que lo colectivo no goza de una racionalidad estratégica a priori o una estructura sociopolítica preconstituida.

La vida colectiva, en efecto, no se organiza sobre la base de un principio de homogeneidad, lo que nos lleva a descartar la idea de un sujeto colectivo preexistente (Rueda, 2012). Es en la experiencia, en las intervenciones de los internautas, donde se suscitan nuevas modalidades de compromiso y se articulan acciones (Cefaï, 2011); por ende, es también en esa experiencia, donde se configuran esquemas identitarios colectivos que no eliminan las singularidades (Rueda, 2012).

De este modo, las experiencias colectivas se constituyen como maneras de estar juntos que movilizan objetivos políticos, pero también emocionales, afectivos, y simbólicos (Cefaï, 2011). Tal como indica Cefaï (2011), no se trata de librar luchas por la toma de poder, sino de “crear nuevos modos de experiencia individual y colectiva” en los que las tecnologías ocupan un rol táctico (p. 151). Resulta una oportunidad de “reencuentro, amistad y discusión, de cooperación y competición”, en la que se asegura el compartir una comprensión de la realidad sociopolítica a partir de la construcción de lazos (Cefaï, 2011:148).

Las experiencias colectivas que aquí analizamos se inscriben en las sociedades hipermediáticas (Carlón, 2015) donde enunciadores categorizados –como partidos políticos, instituciones mediáticas reconocidas, periodistas– conviven con voces ciudadanas que se alzan sin intermediarios en la web (Slimovich, 2012). Los usos y apropiaciones de las redes sociales digitales han devenido en una pérdida de las jerarquías clásicas –entre espacios, discursos y actores– (del Coto y Varela, 2017) y una ampliación del espacio público en la medida en que los internautas disponen, en las plataformas digitales, de sus propios espacios de intervención en la vida sociopolítica (Slimovich, 2018).

Lejos de emplear Facebook simplemente como un instrumento para dinamizar y potenciar sus prácticas, los internautas edifican lazos colaborativos, articulan acciones colectivas on-line y organizan otras off-line en la web. De ahí la importancia de considerar la interfaz de la red social como “lugar y prótesis de la comunicación”, al proponer a los usuarios una gramática de interacción que impone un modo “de hacer” (Scolari, 2008: 105).

 

Las distinciones entre lo político y la política: acerca de la dimensión agónica de lo social

La pregunta por el orden social ocupa un papel central en el pensamiento occidental (Retamozo Benítez, 2009), siendo lo político una categoría clave en estas discusiones. A grandes rasgos podemos identificar dos polos al interior del debate; por un lado, una parte de la filosofía y la teoría política ha intentado prescindir del antagonismo a la hora de explicar el modo en el que se configuran las relaciones en el seno de la sociedad. Así, el modelo del consenso sostiene que es posible trascender el conflicto y propiciar un debate racional sin exclusiones, siempre y cuando se pongan en juego los procedimientos deliberativos adecuados.

Más allá de las distancias teóricas que separan a Rawls (1995) y Habermas ([1992], 2010) –los dos máximos exponentes del paradigma deliberativo– las corrientes inauguradas por estos pensadores coinciden en señalar que, en las sociedades democráticas, convive un pluralismo de doctrinas razonables y legítimas, pero irreconciliables entre sí. Así, la concepción pública de justicia emerge como una necesidad político moral ya que su tarea es la de propiciar acciones deliberativas que conduzcan al establecimiento de un orden político aceptado por todos (Carpintero, 2013).

Por otro lado, numerosas son las voces que se han ocupado de señalar las limitaciones del modelo del consenso, colocando el conflicto en el centro de la escena (Laclau y Mouffe, 2004; Mouffe, 1998;2003; Ranciére, 2019; Rosanvallon, 2002). Bajo este encuadre, la vida sociopolítica no puede prescindir de su dimensión antagónica ya que esta última se encuentra íntimamente relacionada con la acción pública y la formación de identidades colectivas.

Recuperando la distinción fundante de las reflexiones schmittianas, es decir, la diferenciación amigo/enemigo (Schmitt, 1998 [1932]), Mouffe (1998; 2003) asegura que la tarea de la política democrática no es eliminar el conflicto, sino transformar a ese enemigo a destruir en un adversario con quien competir. Si las identidades políticas configuran un “nosotros” siempre definido en función de un “ellos”, este último debe ser entendido como aquel que adhiere a ideas contrarias a las propias, pero cuyo derecho a defenderlas no está puesto en duda. En este sentido, la democracia transforma el antagonismo –lucha entre enemigos– en agonismo o lucha entre adversarios.

Lo político, entonces, se traduce en la “dimensión de antagonismo y hostilidad que existe en las relaciones humanas, antagonismo que se manifiesta como diversidad de las relaciones sociales”, mientras que la política encarna el conjunto de instituciones, prácticas y discursos que apuntan a establecer un orden, es decir, a organizar la coexistencia humana en condiciones que siempre son conflictivas (Mouffe, 1998: 5).

Hablar de lo político y no de la política es referirse al poder y a la ley, al Estado y a la nación, a la igualdad y a la justicia, a la identidad y a la diferencia, a la ciudadanía y a la civilidad; en resumen, “a todo aquello que constituye a la polis más allá del campo inmediato de la competencia partidaria por el ejercicio del poder, de la acción gubernamental del día a día y de la vida ordinaria de las instituciones” (Rosanvallón, 2002: 17). La democracia, por supuesto, no puede existir sin ciertas formas de consenso, sin embargo, deben considerarse como un “respiro temporal a una confrontación que no cesa” (Mouffe, 2003: 115). A partir de la distinción entre antagonismo y agonismo, se puede comprender que el conflicto no supone un peligro para la democracia; contrariamente, es su condición de existencia y síntoma de que se encuentra viva (Mouffe, 1998; 2003).

Si nos centramos en la dimensión significante de esta problemática, Verón (1996) entiende que el discurso político se encuentra asociado “de manera general […] a la producción discursiva articulada con las instituciones del Estado” (p. 17). Como podemos apreciar, esta definición pone el foco en la política como esfera estatal en un sentido convencional y restringido (Montero, 2016). En cambio, aquí tomamos distancia de esta articulación entre el discurso político y el entramado institucional, para pensarlo como una zona de funcionamiento que puede atravesar todos los discursos sociales (Latour, 2003). Con esto no queremos insinuar que toda discursividad sea política, sino que lo político se encuentra presente en todo discurso que ponga de manifiesto el carácter conflictual de lo social.

 

Las experiencias colectivas político-partidarias en el marco de la polémica pública

Internet ofrece una gama de sitios que, a raíz de su estructura reticular, se traducen en espacios propicios para el debate entre internautas con opiniones y creencias variadas respecto de los asuntos públicos. Sin embargo, las prácticas políticas en línea presentan una tendencia a la polarización y las comunidades virtuales suelen ser homogéneas en términos de valores y puntos de vista (Fenton, 2010; Calvo, 2015). Los grupos secretos que aquí analizamos no son una excepción.

En Facebook, la metáfora del grupo posiciona a los intereses comunes como un paso previo a la participación (Galar, 2016); en nuestro caso, los internautas solicitan unirse bajo el presupuesto de la creencia política compartida (Verón, 1996). Así, en el marco de la segunda vuelta presidencial de 2015, Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina nuclearon internautas adherentes a los candidatos de las dos fuerzas políticas hegemónicas –y antagónicas– del momento: Daniel Scioli (FpV) y Mauricio Macri (Cambiemos). Se trata de experiencias colectivas que se posicionaron como representantes de los polos opuestos que dieron forma y fórmula a la “polémica pública” (Amossy, 2016; 2017) bautizada mediáticamente como “la grieta”.

Hagamos un breve repaso en términos contextuales. Durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011/2011-2015) la intensificación del clivaje en torno al modelo kirchnerista devino en una marcada polarización de la sociedad argentina. En lo que hace a los procesos políticos asociados a la comunicación, el enfrentamiento entre el gobierno nacional y el sector agropecuario –inaugurado en marzo de 2008 a raíz de la resolución 125– reforzó la ruptura entre el oficialismo y las instituciones mediáticas hegemónicas y, simultáneamente, abrió paso a la “autoidentificación del kirchnerismo como sujeto del gobierno nacional y popular” (Novaro, 2011:136).

Sin embargo, la contienda no se redujo al conflicto con “el campo”; un conjunto de medidas gubernamentales apuntó a la economía política del sistema de medios, como ser, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Fútbol para Todos, el juicio por Papel Prensa, entre otros (Fernández, 2014). Paralelamente, ciertos fenómenos fueron adquiriendo relevancia de modo progresivo: “la mediatización de la figura presidencial, la irrupción del periodismo militante y las discusiones –no sólo mediatizadas- por los fundamentos de la legitimidad de la toma de la palabra pública por parte del periodismo” (Fernández, 2014:43).

Así, la primera vuelta electoral, que tuvo por resultado la necesidad de celebrar un balotaje, se desarrolló en este escenario atravesado por toda una gama de discursos antagónicos en virtud de la adhesión o rechazo al proyecto nacional y popular, en general, y al liderazgo de la expresidenta, en particular. De un lado, la candidatura presidencial de Scioli era percibida como la continuidad del modelo kirchnerista que acumulaba doce años en el poder. Del otro, el frente electoral Cambiemos, liderado por Macri y su partido Propuesta Republicana (PRO), representaba la posibilidad de un viraje en el rumbo del país, en términos políticos, sociales y económicos.

Ninguna de las encuestas había previsto que la diferencia entre un candidato y otro sería de tres puntos porcentuales en la primera vuelta; sin embargo, los resultados finales le otorgaron a Scioli el 36,86% y a Macri el 34,33%. La acotada distancia entre los candidatos representó un cimbronazo para el FpV que esperaba un caudal de votos mayor; por el contrario, para Cambiemos constituyó un impulso reforzado por el triunfo en la Provincia de Buenos Aire donde no sólo desplazó al peronismo luego de 28 años, sino que se hizo del distrito electoral que concentra el 37% de los votantes del país.

Como sabemos, Macri obtuvo la victoria en balotaje convirtiéndose en la primera figura política en llegar a la presidencia a través de un partido autoidentificado con la derecha –sin recurrir al fraude o la proscripción– desde la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912. Sin embargo, el ajustado resultado de esta segunda vuelta –obtuvo el 51,4% de los votos frente al 48,6% de Scioli –, dejó a la vista el fuerte apoyo que aún mantenía el oficialismo a nivel popular y que se revalidó al dejar al gobierno entrante con una minoría en el Congreso (Tagina, 2018).

Ahora bien, las experiencias colectivas analizadas no solo surgen en el marco de este escenario de tensión y polarización social, sino que se inscriben en la polémica y ofician como portavoces del conflicto. Estos grupos no debaten ni dialogan entre sí, sino que se hacen cargo de las rupturas que dividen a la ciudadanía (Amossy, 2016; 2017) y atraviesan el espacio democrático pluralista en el que, como vimos, el disenso y el agonismo son la regla y no la excepción (Mouffe, 1998; 2003).

La polémica no implica un ataque a los valores democráticos ya que la persuasión se encuentra siempre en su horizonte (Amossy, 2016; 2017); sin embargo, se trata de un proceso marcado por robustas apuestas identitarias y por sistemas de valores divergentes y contradictorios. Como señala Amossy (2016; 2017), la polémica es una modalidad argumentativa que pone en diálogo discursos agonistas en función de una estrategia doble: a) demostrar la propia tesis, y b) descalificar/refutar la tesis opuesta; siempre en miras de convencer a un tercero –el paradestinatario en términos de Verón (1996)– que se encuentra fuera de juego.

 

Grupos secretos y usos de la interfaz de Facebook

En la tabla nº1 exponemos algunos datos generales respecto de los grupos secretos Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina.

 

Tabla Nº1. Datos sobre Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina al 31 de diciembre de 2017

Fuente: elaboración propia

A diferencia de los grupos públicos y los grupos cerrados[1], los grupos secretos no pueden encontrarse a través del buscador de la plataforma, por lo que resultan “invisibles” a los ojos de los internautas que no forman parte de ellos. Para poder unirse es necesario contar con la invitación de un miembro de quien, a su vez, se debe ser “amigo”. De forma adicional, dicha invitación tiene que ser aprobada por uno de los administradores de grupo. A la luz de estos señalamientos, la interfaz de Facebook impone dos restricciones de acceso: 1) contar con un amigo que nos invite a “entrar”, 2) ser aprobados por un administrador.

Al pasar revista por las publicaciones de los internautas, advertimos que el carácter “secreto” de los grupos es predominantemente celebrado. Esto es así ya que las dos restricciones de acceso colaboran con el cumplimiento de la máxima premisa que opera en ellos: garantizar la construcción de un espacio en el que todos los participantes compartan una creencia política (Verón, 1996).

Como dijimos, la primera barrera para participar es la de ser invitado por un miembro que, además, debe ser nuestro amigo en Facebook. Esta restricción es evocada por los miembros para interpelar al resto a actuar con prudencia a la hora de sumar integrantes. En ellas la tendencia es recordar quienes forman parte del “nosotros” y quienes no, explicitando cuáles son los fines perseguidos (ver figura nº1[2]). 

 

Figura Nº 1. Llamado a la prudencia.

Fuente: grupo secreto Resistiendo con aguante

 

Las “metáforas de amistad” (Scolari, 2008) cumplen un papel nodal. La identidad personal en Facebook se configura mediante un triángulo autentificante cuyos vértices se componen por la foto de perfil, la foto de portada y la biografía. En la arquitectura de la plataforma, somos como nos mostramos y como nos narramos frente al “mundo” y a quienes lo habitan. De ahí que la categoría “amigo” suponga una cercanía y un conocimiento respecto de quién es el otro: conocemos su rostro (Lugo Marrero, 2013), conocemos su historia de vida (Lugo Marrero, 2013; Sued, 2010; Gurevich, 2018), conocemos su ser. A partir de este saber se construyen lazos de confianza que operan como condición necesaria –aunque no suficiente– para revelar el secreto, para que ese otro forme parte de mi o, mejor dicho, nuestro micro-espacio. Como señala Sued (2010), Facebook promueve las relaciones preexistentes mediante las cuales se crearán otras nuevas.

Al formar parte de un grupo –cualquiera sea su nivel de privacidad–, los internautas sólo reciben notificaciones alertando acerca de una nueva publicación cuando ésta es realizada o bien por un amigo, o bien por un administrador. Por este motivo, al valor central otorgado por Facebook a las metáforas de amistad, debemos sumarle el papel que cumplen las de jerarquía.

Antes hacíamos referencia a publicaciones en las que los internautas piden prudencia a la hora de agregar nuevos integrantes; una de las invariantes que podemos identificar en ellas es la separación entre la figura del administrador de la del resto de los miembros, índice de una relación asimétrica. La diferenciación de roles opera como metáfora de jerarquía ya que tanto administradores como moderadores gozan de ciertas facultades especiales[1]. Como podemos observar en la Tabla 1, en los casos analizados, ante la ausencia de moderadores, la autoridad recae sobre los administradores. Esta figura es evocada con el objetivo, nuevamente, de hacer cumplir las reglas de pertenencia. Al igual que al resto de los miembros, se les exige que sean cautos a la hora de aceptar nuevos participantes. A su vez, en caso de que el “otro”, siempre llamado “el infiltrado”, logre sortear las dos restricciones de la interfaz en cuanto al acceso, el administrador es el encargado de borrarlo del grupo. Para que éste adopte tal medida, los internautas deben efectuar la denuncia (ver figura nº2).

 

Figura Nº2. Denuncia – infiltrado

Fuente: grupo secreto Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina

Suele señalarse, y nosotros mismos lo hemos hecho en otras oportunidades (Bucasich, 2018; 2019), que una de las particularidades de los grupos de Facebook sería la de dar lugar a una “anarquía informacional”, ya que estaríamos frente a redes distribuidas que habilitarían una estructura comunicativa horizontal y sin filtros (Suazo Vejares, Martínez Ortiz y Elgueta Ruiz, 2011:129). Sin embargo, conforme a lo enunciado hasta aquí, nos encontramos con una estructura de participación jerarquizada en la que los administradores se erigen como autoridades de admisión y control. Lejos de propiciar la anarquía, a través de los usos de las restricciones de la interfaz, se establecen límites que operan en el nivel temático (qué se puede decir) y enunciativo (desde qué lugar se puede enunciar) con la finalidad de construir un espacio seguro, libre de infiltrados.

Las dos restricciones en el acceso señaladas dan lugar a un contrato de lectura (Verón, 2004) que opera bajo el presupuesto de que el destinatario de los discursos que circulan en los grupos será siempre, en términos de Verón (1996), un prodestinatario, es decir, aquel con quien se comparte la creencia. Si bien el contradestinatario (Verón, 1996) –el adversario– es siempre evocado en las publicaciones, éste no tiene el derecho a réplica. ¿Por qué? En los grupos se construyen barreras que delinean un límite espacial: la confrontación existe, pero fuera de los muros que rodean los intercambios entre quienes forman parte del “nosotros”. De ahí que, el “otro” que logra traspasar los límites establecidos, sea un representante del adversario “infiltrado”.

La literatura señala que las redes sociales digitales son “cámaras de eco”, dado que devuelven mensajes que resultan ser una réplica de los prejuicios y creencias de quienes hacen uso de ellas (Calvo, 2015). En este sentido, la insistencia en la creación de grupos libres de intrusos bien podría traducirse en la conformación de “grupos de opinión” (Ponder, Haridakis y Hanson, 2014), es decir, grupos en los que los intereses de los internautas residen en reforzar posiciones ya detentadas.

Sin embargo, aquí sostenemos que, frente a una interfaz que prioriza al “yo” y que da lugar a la construcción de relaciones jerarquizadas, los miembros despliegan maneras de hacer a través de las cuales se apropian de las restricciones de la interfaz para garantizar un espacio que trasciende el ámbito de la opinión y se perfila como un lugar para compartir fragmentos de la vida cotidiana e íntima, información y –como veremos a continuación­–compartir estrategias de persuasión destinadas al paradestinatario o indeciso (Verón, 1996).

 

Esquema metodológico e indicadores de análisis

Este trabajo adopta un enfoque sociosemiótico por lo que reconoce la doble hipótesis veroniana: “toda producción de sentido es necesariamente social” y “todo fenómeno social es, en una de sus dimensiones constitutivas, un proceso de producción de sentido” (Verón, 1987: 125). Desde esta perspectiva, las publicaciones de los internautas en Facebook son discursos sociales y, por ende, configuraciones espaciotemporales de sentido; se trata de fragmentos significantes extraídos de la red semiótica que, por definición, es infinita. De este modo, nuestro estudio se centra en el análisis de la dimensión significante de las experiencias colectivas político-partidarias Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina en Facebook.

Para el análisis, nos centramos en las dimensiones retórica y enunciativa (Steimberg, 1993) de los discursos que componen nuestro corpus. En el caso de la primera, ponemos el foco en la argumentación a partir de los planteos de la retórica aristotélica (Barthes, [1970]2017) que distingue dos vías argumentativas: la pasional y la racional. En este punto, tenemos en cuenta las apreciaciones de Slimovich (2012) quien ha señalado que los discursos políticos en redes sociales digitales tienden a configurar “microargumentaciones lógicas” y “microargumentaciones pasionales” que son pildorizadas –sus sentidos se encuentran condensados– y multimediáticas, es decir, se construyen en interrelación con otros medios, tanto masivos como redes sociales. A su vez, recuperamos los planteamientos de Amossy (2016; 2017) quien, como mencionamos, sostiene que la polémica es una modalidad argumentativa que puede operar tanto por la vía de la pasión como de la razón.

Finalmente, respecto del nivel enunciativo, retomamos los planteos de Verón (1996) quien identifica en el discurso político la configuración de un enunciador y tres destinatarios: un “otro positivo” o prodestinatario – a quien se dirigen las operaciones de refuerzo de la creencia–, un “otro negativo” o contradestinatario –a quien se dirigen las operaciones polémicas–, y una tercera figura, el paradestinatario, que será blanco de las operaciones de persuasión. En marco de un balotaje presidencial, donde las opciones electorales se reducen a dos, el paradestinatario puede ser aquel que tiene su creencia política suspendida o aquel que tiene su creencia política depositada en una fuerza partidaria excluida de la contienda.

En función de lo anterior, primeramente, identificamos si los discursos dan lugar o bien a micro-argumentaciones lógicas o bien a micro-argumentaciones pasionales, describiendo cómo opera cada una de ellas. En segundo lugar, determinamos si el carácter polémico de las publicaciones se encuentra exhibido u oculto. En el primer caso, nos referimos a publicaciones que explícitamente atacan el posicionamiento del adversario; en el segundo, a aquellos posteos en los que las marcas del conflicto se encuentran borradas. Por último, relevamos el modo en que se construye la figura de enunciador y los destinatarios.

 

Las operaciones de persuasión en Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina

Como señalamos, el corpus de análisis se encuentra conformado por una serie de discursos en los que detectamos operaciones de persuasión (Verón, 1996). En ciertas ocasiones, estas publicaciones presentan solo la palabra escrita –no hay imágenes ni enlaces–; en otras, se combinan múltiples materias significantes que retoman, de forma explícita, voces de instituciones partidarias y mediáticas reconocidas, o publicaciones realizadas en páginas de Facebook político-partidarias. En la tabla nº2 exponemos una síntesis de los resultados de análisis.

 

Tabla Nº2. Resultados de análisis

Fuente: elaboración propia

En lo que hace a la dimensión retórica, en el caso de Resistiendo con aguante, las micro-argumentaciones identificadas son lógicas. Se trata de micro-entimemas (Slimovich, 2012) en los que, como señala la retórica aristotélica (Barthes, [1970]2017), se suprime una de las premisas o la conclusión del silogismo bajo el presupuesto de que el interlocutor logrará completarlo. Identificamos dos clases de micro-entimemas.

Por un lado, en un conjunto de publicaciones –el más robusto en términos cuantitativos– se propone explicitar que, si bien en primera vuelta no se votó por Scioli, en el balotaje sí se lo hará, dejando implícito que, independientemente de las afinidades políticas, todos los candidatos presidenciales comparten algo: no representan los mismos intereses que Macri (ver figura nº3). A su vez, la violencia verbal se encuentra ausente y no identificamos marcas asociadas al descrédito o la desvalorización del adversario. La persuasión se configura, entonces, a partir de una operación de identificación con un tercero que se ubica por fuera de los polos de la polémica, y tiene su creencia política depositada en alguna de las fuerzas que quedó fuera del balotaje.

 

Figura Nº3. Ejemplo de micro-argumentación lógica en Resistiendo con aguante 1

Fuente: grupo secreto Resistiendo con aguante

Figura Nº4. Ejemplo de micro-argumentación lógica en Resistiendo con aguante 2

Fuente: grupo secreto Resistiendo con aguante

Otra serie de publicaciones, en cambio, pone énfasis en el adversario. Al igual que en el caso anterior, son silogismos truncos, pero esta vez fundados en un verosímil específico: el candidato de Cambiemos representa los intereses de la clase política y económica que gobernó el país durante los años noventa. En estos discursos subyace una advertencia que opera de forma entimemática: se evocan, sin nombrarlos, recuerdos presentes en la memoria colectiva asociados a la crisis institucional, política y socioeconómica del año 2001(ver figura nº4). Asimismo, suelen adquirir un tono virulento ya sea por estar acompañados por el descrédito y la invectiva (aparecen insultos como “mugricio” o “globoludo”), ya sea por el empleo de un tono amenazante (“yo te avisé”, “no te vayas a arrepentir”).

Si observamos el modo en que se configuran estos micro-entimemas, podemos notar que hay un borramiento de las marcas de la enunciación partidaria; en la superficie de estos discursos no encontramos índices que nos permitan reconstruir un enunciador kirchnerista, aunque sí anti-macrista. Si la sociedad se encuentra predominantemente dividida en polos que dan lugar a un “nosotros” y un “ellos”, mientras grupos minoritarios tienen o bien la creencia política suspendida o bien depositada en otras fuerzas políticas, en Resistiendo con aguante la apuesta es construir un nosotros que incluya no sólo al kirchnerismo, sino a todos aquellos representantes del “tercero” que no adhieran a los intereses del candidato de Cambiemos.

En algunos casos, el enunciador adopta un tono beligerante y exhibe el conflicto al refutar/atacar la tesis del adversario, por lo que la figura del contradestinatario se torna explicita; en otros, la polémica permanece oculta y el enunciador simula simpatizar con alguna de las fuerzas políticas que no compiten en el balotaje, para señalar que más allá de no adscribir al proyecto del candidato del FpV, votará por él.

Ahora bien, mencionamos líneas atrás que el contrato de lectura (Verón, 2004) que se configura en los grupos descansa en el presupuesto de la creencia compartida, por ende, quien aún no ha definido su voto no se encuentra presente en ellos. ¿Cómo interpelar a un paradestinatario ausente? En realidad, en estos discursos se dibujan herramientas persuasivas que están directamente destinadas a un prodestinatario (Verón, 1996) que asume el rol de oficiar de portavoz y persuadir al indeciso, sea a través del contacto cara a cara (con vecinos, compañeros de trabajo, familia, amigos), sea a través del perfil personal de Facebook u otras redes sociales, pero siempre fuera de los grupos. En este sentido, los discursos se dirigen a un prodestinatario que asume la figura de un “internauta militante” (Slimovich, 2017), siendo la interpelación al paradestinatario indirecta.

En Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina, a diferencia de Resistiendo con aguante, hallamos tanto micro-argumentaciones lógicas como pasionales. Sobre las primeras, éstas adoptan la forma de micro-ejemplos (Slimovich, 2012) que listan las razones por las cuales no votar por el adversario (ver figura nº5). Recordemos que el exemplum o inducción retórica consiste en el paso de un particular a otro particular mediante la cadena implícita de lo general.

Estas publicaciones suelen combinar motivos temáticos vinculados a la vida privada del candidato del FpV (familia, relaciones extramatrimoniales, nivel de estudios, amistades), con otros asociados a lo público, fundamentalmente a su gestión como gobernador de la Provincia de Buenos Aires (2007-2015). No detectamos posteos en los que el ataque sea exclusivamente ad-hominen.

 

Figura Nº5. Ejemplo de micro-argumentación lógica en Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina

Fuente: grupo secreto Mauricio Macri Presidente de la Nación ArgentinaFigura Nº6. Ejemplo de micro-argumentación pasional en Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina

Fuente: grupo secreto Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina

 

Respecto de la vía pasional del conmover, las micro-argumentaciones relevadas operan a través del pathos. Mediante motivos temáticos vinculados al amor, la familia, los sueños y deseos, se busca movilizar los sentimientos y pasiones de los interlocutores. Aquí abundan fotografías que retratan escenas de la vida privada de Macri (ver figura nº6), predominantemente encuentros con su hija Antonia y su esposa Juliana Awada. Asimismo, se recuperan elementos –colores, tipografía, entre otros– propios de la simbología de Cambiemos.

En Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina, la figura del enunciador oscila entre un posicionamiento anti-kirchnerista y uno macrista. De un lado, en lo que hace a las micro-argumentaciones lógicas, no encontramos marcas de una enunciación partidaria, sino que una descarga contra el adversario a través de micro-ejemplos que ponen de relieve cualidades negativas (personales y de gestión) y exhiben el conflicto. Al igual que en Resistiendo con aguante, los esfuerzos se orientan a la ampliación del nosotros al intentar incorporar a toda una gama de paradestinatarios que pueden asumir la figura del indeciso o del votante de otras fuerzas políticas.

Sin embargo, en otras oportunidades, el enunciador se presenta como cambiemita y, a través de micro-argumentaciones pasionales, busca conmover al paradestinatario movilizando sus emociones. La retoma de la figura de Macri y elementos propios de la simbología de Cambiemos, dan cuenta de ello. Nuevamente, en todos los casos, la interpelación al paradestinatario es indirecta y el prodestinatario se define como un “internauta militante” (Slimovich, 2017).

 

Comentarios finales:  redes militantes en Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina

Las experiencias colectivas Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina nacieron en el año 2015 en un escenario de enfrentamiento y polarización social. Estas experiencias se inscribieron en la polémica pública como representantes de los dos polos opuestos que le dieron forma: el kirchnerismo, de un lado, y el macrismo, del otro.

En función de lo expuesto en el apartado anterior, podemos señalar que en ambos grupos se configura un enunciador que se define en función del adversario político, se trata de un “nosotros” que se configura en base a un “ellos”; como señala Mouffe (1998), “la condición de existencia de toda identidad es la afirmación de una diferencia” (p. 15). Esta ruptura es la que nos permite comprender tanto la emergencia como la permanencia del agonismo.

Por momentos, las marcas del conflicto se borran y el enunciador anti-macrista o el anti-kirchnerista, adoptan otra forma. En el caso del primero, esta figura simula ser un representante del tercero; en el segundo, retira los esfuerzos puestos en atacar al otro negativo y enfatiza el “nosotros”. Sin embargo, esto no implica que la polarización se vea disuelta, sino que continúa latente.

Lo cierto es que, en todos los casos, el enunciador asume que el modo de “derrotar” al adversario es por la vía de voto y es, justamente, a través de la conquista de votos que se cree capaz de incidir en el resultado electoral. En este sentido, el adversario político es un enemigo legítimo, en tanto Resistiendo con aguante y Mauricio Macri Presidente de la Nación Argentina se hacen cargo del disenso, pero no ponen en duda la legitimidad de la contienda (Mouffe, 1998; 2003).

La polémica, a veces exhibida, a veces oculta, tiene en su horizonte la persuasión (Amossy, 2016; 2017), es decir, la ampliación de la base del “nosotros” que permitirá obtener el triunfo anhelado. Como vimos, no se reduce a la invectiva o la degradación del adversario, sino que pone en marcha operaciones asociadas al convencer o conmover al paradestinatario quien pude ser un indeciso o un votante de algunas de las fuerzas partidarias que no compiten en el balotaje. En las experiencias analizadas, ese horizonte se materializa en un entramado discursivo que coloca en el centro de la escena al “internauta militante” (Slimovich, 2012), figura que deberá oficiar como portavoz del grupo sea en las redes sociales digitales, sea en la vía pública. Así, se configuran experiencias colectivas donde la construcción de redes de militancia opera como una –entre otras– forma de gestionar el conflicto (Amossy, 2017). 

 

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[1] El administrador puede: nombrar administrador o moderador a otros miembros o removerlos de esa función, gestionar las configuraciones del grupo, aprobar o rechazar invitaciones de miembros, remover publicaciones y comentarios, eliminar y bloquear miembros, determinar las pautas a seguir al momento de publicar, y fijar/desfijar publicaciones. La mayor parte de estas funciones, a excepción de la capacidad de nombrar y remover administradores y/o moderadores, son compartidas con aquellos que desempeñan el papel de moderador.

 

[1] En los grupos públicos cualquier internauta que cuente con un perfil en Facebook puede unirse y cualquier miembro puede agregar o invitar a un amigo. En los grupos cerrados, por su parte, cualquier integrante puede invitar o agregar a alguien, pero si no se cuenta con esa invitación, es preciso solicitarla y contar con la aprobación de los administradores. Para este último caso, en el año 2018, se agregó el llenado de una encuesta cuya elaboración está a cargo de los administradores del grupo en cuestión.

[2] En todas las capturas de pantalla de publicaciones realizadas en los grupos secretos, ocultamos la foto de perfil y el apellido de los internautas a fin de preservar su identidad en el anonimato.

[1]La investigación fue realizada bajo la dirección de la profesora María Rosa del Coto y con el financiamiento de una beca de investigación UBACyT de Maestría cuyo plan de trabajo se tituló “Discursividades políticas en Internet. La mediatización de la coyuntura sociopolítica de la Argentina contemporánea en grupos secretos de Facebook”.

[2] Desde el año 2019, la interfaz de Facebook abandonó las categorías de grupos “públicos”, “cerrados” y “secretos”, para referir a “grupos públicos” y “grupos privados” con diferentes niveles de seguridad. Aquí mantenemos las categorías utilizadas por la interfaz durante el período de análisis.